La póliza del seguro de autos puede tener diferentes niveles de cobertura. La más sencilla, comercialmente hablando es la cobertura básica, que corresponde a la responsabilidad civil, que cubre cualquier tipo de daño a bienes o personas causado por el auto asegurado hasta el monto de la suma asegurada indicada en la carátula de la póliza. El siguiente nivel de cobertura se conoce como limitada, y en ella se incluyen las coberturas de responsabilidad civil y robo total. Por último, la cobertura amplia, incluye responsabilidad civil, robo total y daños materiales (vuelco y colisiones).
Dependiendo de la compañía de seguros y del paquete contratado, podrían existir algunas coberturas adicionales a las ya mencionadas, como son: robo parcial, rotura de cristales, extensión de responsabilidad civil, responsabilidad civil en el extranjero, muerte del conductor y servicios funerarios, entre otros.
¿Para qué tener estas coberturas si no utilizo mi auto? Recordemos que el auto es parte de nuestro patrimonio y debemos protegerlo no sólo cuando está en uso, sino también cuando lo tenemos estacionado. Sin lugar a duda, se disminuye el riesgo de una colisión al estar estacionado, sin embrago, no siempre se cuenta con un lugar propio y techado dentro de nuestro hogar para que quede inmune ante el riesgo de robo, daños materiales, provocado, por ejemplo: por incendio, rayo o sismo.
Las coberturas y alcances varían de compañía de seguros a compañía de seguros, por eso, es importante leer con detenimiento las condiciones generales y revisar si las sumas aseguradas son suficientes para mitigar o resarcir los riesgos a los que está expuesto el auto. Recordemos que si no comprendemos alguna parte de la póliza o creemos que no son suficientes nuestras coberturas, debemos contactar a nuestro agente para tener una mejor asesoría.